domingo, 14 de septiembre de 2014

Conocidos en Dakar

Salgo a la calle y ya es mediodía. ¡Menuda hora para salir! ¡Y menudo calor! pero había necesitado la mañana para estar conmigo...

Me doy una vuelta por el centro de Dakar. Me siento mirada y remirada. Vendedores de tarjetas de teléfono se me acercan, pero yo ya me sé el truco...  los taxistas me pitan por si me quiero subir, y no me extraña, tienen un precio diferente para los turistas por mucho que negocies con ellos... los niños se giran para seguir mirándome cuando me cruzo con ellos... los mayores más atrevidos me preguntan si española o francesa, si Barça o Madrid... me cruzo con un hombre que me dice que mi cara le suena y me empieza a decir el nombre de gente para ver si la conozco... otro señor me dice que ha vivido en Barcelona y que le gusta mucho... otro me dice que trabajaba en la frontera, cerca de  Perpiñán y que conoce bien Barcelona... me acompaña un trozo hasta el mercado al que yo iba y al separarse de mi un poco se me acerca otro señor que me dice que trabajaba en la frontera, cerca de Perpiñán y que conoce bien Barcelona... ¡uy! Igual que el otro, ¡qué casualidad! Pensé yo... y también me acompaña hasta el mercado... nos encontramos con el de antes y los dos caminan conmigo. Cerca del mercado se paran y uno de ellos me dice que le he caído bien y que por eso me da un regalo, estaba envuelto y todo, en papel de periódico, pero envuelto. Es un collar. ¡Oh, gracias! Digo yo. Y cuando toda contenta me iba con mi collar pensando en ponérmelo ya mismo, me dice que a cambio le tengo que dar yo un regalo a él... ¡Ya estamos! Pensé yo, y le dije que entonces no lo quería. Se enfadó conmigo. Su amigo también se enfadó y se quedaron ahí diciéndome cosas que no entendí mientras yo me iba. Más adelante, un vendedor de un quiosco me dice que no me acerque a esa gente, que son mentirosos y ladrones... ¡ah! Mentirosos, ¡no era casualidad lo de Perpiñán entonces!

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